La historia de Fernando al cambiar de ganadería convencional a regenerativa
Hace poco visitamos a Fernando Hernández, de Rancho El Progreso aliado de Indomitus, en el corazón de Jalisco. Ingeniero agrónomo egresado de la Universidad de Guadalajara y cuarta generación de ganaderos, Fernando decidió romper con la tradición familiar para emprender un camino distinto: el de la ganadería regenerativa.
Un cambio profundo. Un proceso de desaprender para reaprender.
🌾 De la producción intensiva al trabajo con la naturaleza
Durante décadas, la ganadería se entendió como una maquinaria de producción: más litros, más carne, más rápido. Pero ese modelo tiene un costo altísimo. Animales en confinamiento, alimentos procesados, antibióticos, hormonas, químicos sintéticos... y suelos agotados, sin vida. Fernando decidió dar un giro. Hoy, su rancho trabaja con la naturaleza, no contra ella. La ganadería regenerativa busca restaurar ecosistemas, mejorar el suelo, aumentar la biodiversidad y capturar carbono, mientras los animales viven dignamente. No se trata solo de producir, sino de producir bien.
🌍 El reto de desaprender
"Tuve que desaprender todo lo que había aprendido de mi familia y de los sistemas tradicionales", nos cuenta Fernando. “Fue difícil, porque muchos principios chocan con lo que te enseñan de toda la vida.” Por ejemplo, la ivermectina, un desparasitante muy usado en la ganadería convencional. “Sí, elimina los parásitos —dice—, pero también destruye la vida del suelo. En cinco o diez años, ese suelo queda muerto. Por eso aquí no la usamos.”
🧀 Quesos que cuentan una historia
En Rancho El Progreso, nada se hace al azar. “Por ejemplo, un queso hecho con nuestra leche A2A2 orgánica y regenerativa puede durar 30, 40 o hasta 60 días a la intemperie sin echarse a perder. Solo se madura, cambia su sabor. En cambio, un queso industrial se pudre.” Detrás de ese sabor hay una tierra viva, bacterias benéficas y un equilibrio natural que no necesita conservadores.
🌳 El huizache y el pasto estrella: enemigos convertidos en aliados
Otro de los aprendizajes de Fernando vino de escuchar a la tierra. “Aquí el huizache era considerado una plaga. Todos gastaban en herbicidas para eliminarlo. Pero entendí que el huizache no es el enemigo: es un síntoma. Es el grito del suelo pidiendo nutrientes. Cuando dejas de pelearte con él y regeneras el suelo, simplemente deja de salir.” Lo mismo pasó con el pasto estrella, considerado de baja calidad en la zona. “Llevo diez años regenerando este terreno. Según los estudios de la UDG, hoy mi pasto estrella tiene más nutrientes que la alfalfa comercial. ¡No lo podía creer! Pero no es el pasto, es el suelo lleno de vida.”
🎓 Un rancho escuela con resultados medibles
El Rancho El Progreso es hoy un ranch-escuela en colaboración con la Universidad de Guadalajara. Allí se monitorean y documentan los resultados de cada práctica. Y los números hablan por sí solos:
👉 En sus 2 hectáreas, el rancho secuestra entre 200 y 300 toneladas de carbono al año, según las mediciones realizadas en años anteriores. Fernando lo dice con sencillez, pero el impacto es enorme: “Si la mitad de los ganaderos y agricultores del mundo aplicaran estas técnicas regenerativas, podríamos frenar el calentamiento global.”
🐄 La conexión con los animales
Con la mecanización, se perdió algo esencial: el contacto con los animales. “Antes, cada vaca tenía nombre. Hoy, con los aretes, se convierten en números. Yo mantengo un sistema tecnificado, pero rudimentario: necesito verlas, observar si comen bien, si renguean, si están tristes. En los ranchos industrializados dejan de ser animales para volverse activos. Pero yo necesito ese contacto más que ellas.”
🌾 Medir el esfuerzo, no el tiempo
En la ganadería regenerativa, los resultados no se miden en meses, sino en esfuerzo. “Si dejas que el terreno se regenere solo, tardará mucho. Pero si trabajas con prácticas que lo favorezcan, el cambio llega antes. Todo depende de lo que pongas de ti.”
🐂 Y la familia, ¿qué dice?
Fernando sonríe: “Piensan que tengo subsidios o que trabajo menos. No creen que sea posible. Pero he trabajado igual que ellos, y con el doble o triple de resultados. Aprendí a ser parte del ciclo, a adaptarme al clima y a la fauna. No sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta.”
Fernando y su Rancho El Progreso nos recuerdan que el futuro de la ganadería no está en producir más, sino en producir mejor. Porque cuando se cuida la tierra, los animales y el tiempo… todo vuelve a florecer. 🌿
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